domingo, 22 de abril de 2012

Famoso


Siempre lo reconocían en los aeropuertos, las chicas, que trataban de abalanzarse sobre él para el autógrafo. Como era tan elegante y en las telenovelas fingía tanta pasión, le identificaban inconscientemente con el amor. A lo mejor luego no hubieran sabido qué hacer, pero la perspectiva las hacía soñar. Claro, esto multiplicado a la séptima potencia por sus obligaciones, le sobrepasaba. No daba abasto. Le hubiera gustado multiplicarse. Satisfacerlas, pero no podía ser. Esto le hacía pensar: tantas fans ansiosas por conocerle mejor. Por fin se decidió a viajar a un lugar remoto y paradisíaco oculto del mundo. La prensa rosa no conocía su ubicación en el mapa. Había pasado un mes. Tenía que salir del hotel a cenar. ¡Y ahí llegaba gritando una en el restaurante, levantando la liebre…!¡No!, pensó ¡Otra vez la multitud encima, histérica. Los guardas le tiraban de la ropa a la chica, hasta dejarla sin pantalones, pero ella persistía tenazmente, como un jabato acorralado tironeando de él medio desnuda, chillando. Luego, de vuelta a su habitación, pensó mucho en la fan aquella, y que estaba aburrido en el hotel, antes de dormirse. Podía tener miles.




Fernando Gracia Ortuño



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