miércoles, 30 de octubre de 2013

El cumpleaños

Hacía años que esperaba ese momento. El día del Equinoccio ella hubiera cumplido veinte años. Lejos estaba ahora, demasiado. Contempló el portal del centro de rehabilitación con aviesa mirada. Como un gatillo a punto de soltarse, un frío reptil, sabía que no tardaría en salir el cínico conductor. En la esquina desierta y cómplice, la noche, mientras el sucio pavimento resplandecía. En menos de un segundo saltó sobre él. La hoja de la katana lo encaminó a un local próximo.
-¡Quién eres, qué demonios...!
-Sólo quiero enseñarte algo. Tardaré un poco. Se llama dolor.



Fernando Gracia Ortuño
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viernes, 18 de octubre de 2013

La extraña perplejidad del hombre estulto

  

  Se lo había repetido muchas veces en el pasado, antes del advenimiento del Segundo Nazismo. Ahora que lo veía allí colgado grotescamente de aquellas barras metálicas y gritando, me preguntaba si le hubieran hablado entonces del hoy qué hubiera pasado, qué hubiera contestado. ¿Se lo hubiera podido imaginar siquiera su encumbrado egotismo? Se hubiera reído de nuevo. Sin embargo tanto el oficial nazi que está ahora fustigándolo de lo lindo, como él, allí gritando tanto que no sé siquiera si llega a hacerse una idea de quién es, conforman una realidad más que palpable desde hace mucho, mucho tiempo.
   El oficial es el mismo que en el pasado mi amigo había tratado en el puesto de trabajo como uno más, y al considerar sus canalladas y jueguecitos de aquél entonces, jamás se hubiera imaginado lo que una mente perversa sería capaz de hacer en cuanto tuviera la más mínima oportunidad. No se imaginaba, por ejemplo, que formaba ya parte del P.N.A.N, (Partido del Nuevo Advenimiento del Nazismo), y si se lo hubiera preguntado se hubiera estando mofando de mi una semana.  

   Por eso ahora el oficial del que hablamos, ("El niño", como cariñosamente le llamaba entonces, en los años dorados de la paz, el tonto de mi amigo, y todos los que siempre le veían viendo vídeos donde se masacraba a gente), que encarna en sí la voluntad popular de los anti recortes y demás promesas del oro y el moro, lo está torturando, porque jamás se hizo una idea clara de su esencia. La confianza en un mundo de equívocos no deja de ser un craso error. Cuando observas el comportamiento de la gente, si quieres aprendes, le decía, conminándolo a abrir los ojos, y cuando sobre todo te fijas en sus formas de entretenimiento, le dije un día, los conoces mejor. Este se ríe de las penalidades ajenas, es su mayor diversión, se lo pasa bomba cuando en un vídeo ve cómo están matando a alguien, entonces está en su salsa, como ahora, que te ha tocado a tí, y ni siquiera te das cuenta que es él, el mismo "niño" supuesto gamberro que te creíste, el muchacho aquél "sin ninguna maldad" que a todo el mundo tenía engatusado por sus "travesuras inocentes" no exentas de "cierta gracia".
El pícaro del niño, el travieso, el pillo que siempre hacía tropezar al compañero para descojonarse ipso facto ante su caída, delante de todo el mundo, ¿era para reírse, verdad?... ¡El prójimo...!

   Mira por dónde, ahora, a tu amiguito bromista lo han ascendido a Jefazo de la Gestapo, y por fin es feliz, y se siente realizado, y hace lo que siempre ha querido, pero... ¡No, no puede ser, no puede ser cierto...! Es a ti, justamente, a quien está torturando justamente ahora es a tí, sí... En lugar de ver vídeos de asesinatos de gentes lejanas y extrañas, ejerce la tortura practica contigo, sí, ahora, no, no grites, no es para tanto, es un niño juguetón y travieso que sólo tiene aficiones extrañas, pero qué extraña y cruel ironía... ¿Te duelen los latigazos del oficial nazi, tu amiguito travieso y pillo con extrañas aficiones? Las vueltas que da la vida, verdad, es curioso, sí, lo curioso del destino es que siempre te piensas que estas cosas sólo les pasan a los demás, y, no, pero sí..., siempre pensaste que a veces, no, siempre, sí, efectivamente, creíste saber que la estulticia era sinónimo de condena.
¡Ah, la ironía y la crueldad de las vueltas que da la vida, como siempre decías...!
 
 
Fernando Gracia Ortuño
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