sábado, 31 de mayo de 2014

El calzonazos


Estoy convencido que cuando vea la foto del perfil se preguntará ¿Y ahora qué le pasa a este payaso? No se ríe ni de broma cuando chateamos, pero si encima pongo esta imagen sardónica… Desearía que se pudiera destornillar de risa alguna vez. Que una mañana se despertara y fuera otra, más divertida y llevadera, alegre. Pero para eso tendría que ser distinta, haber nacido con otro talante. ¿En otra región más al sur? ¡Cuánto frío hace aquí! Es demasiado orgullosa. A la mínima se poner a gritar. Confunde el carácter, la personalidad, con el orgullo barriobajero. Por cualquier cosa  ofende. ¡Y no le contestes! Sin motivo ya la tienes liada. Y sólo porque te entretienes con el desayuno, por ejemplo. Es una convivencia difícil. Lo sé, me tendría que haber buscado una más joven, más guapa y más divertida. Suerte que esto no se lo enseño a nadie. Todo el mundo pensaría que soy un calzonazos y que me dejo dominar por una mujer orgullosa sin un ápice de sentimientos como la ternura, el cariño o el deseo. El deseo… ¿Cuánto tiempo hará que no…? ¡Sería un desastre! Esto es descabellado. Voy a dejar de escribir un diario. Por más que trate de ocultarlo, lo encontrará, lo sé. Es que me puedo meter en un buen lío con una mujer así. Soy como soy, vale. Sin embargo, no lo puedo remediar. Sí, tal vez es cierto que soy un amargado dominado por su mujer, como dicen, y que no tengo remedio. Cuando veo por la calle una de estas bellezas de bandera pierdo el sentido. ¡Cuánta clase tienen en comparación con mi orgullosa mandona! Pero me estoy empezando a hartar, saben. Esto no tiene sentido. ¿Por qué no la abandono de una vez? Ahora podría coger las maletas, ¡exacto!, en este hotel donde estoy alojado, y largarme de buenas a primeras a otra ciudad, echando chispas, allá adonde jamás podrá  localizarme. Lo tengo todo para huir. Y tan bien. Empleo de comercial ejecutivo, coche, ropa, ordenador. ¿Qué más? ¡Valor! ¿Pero entonces…? ¿Cuánto tardaría en encontrar otra para las sesiones? ¿Dónde encontraría una fiera experta en sadomasoquismo que me fustigara como una loca todas las noches con su traje de cuero y su voz de cazalla? ¿Y esa máscara? Ah! ¡Esa máscara tan...! Sólo de pensarlo…

Fernando Gracia Ortuño
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