-¡Ah, dolor, dolor! ¡En este mundo dondequiera que mires no hay más
que dolor! -parafraseó enigmáticamente el encapuchado, encima de una
tarima donde había un cadalso-. Suerte que yo por lo menos tengo la
sartén por el mango, jeje...
-¡Hijo de perra! -gritó alguien entre el público.
Fernando Gracia Ortuño
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