La ventana lo era todo para ella. Cualquier pensamiento convergía necesariamente allí. La experiencia nocturna tornábase una obsesión. Eran esos canalillos escrutados a media altura, esas pechugueras bamboleantes, esas hondonadas ocultas de los prismáticos lo que la convencieron que debía cambiar, o por lo menos implantarse un órgano artificial
Fernando Gracia Ortuño
Copyright
No hay comentarios:
Publicar un comentario