Babe contemplaba las llamas en la gasolinera, extasiado. Desde la empalizada, cantaba ¡Navidad, Navidad!. Rambo se le acercó sollozando ¡Mira lo que me han hecho! ¡Ya no siento las piernas! Subitamente, sin darse cuenta, su paño de lágrimas se convirtió en merienda, a la parrilla.
Fernando Gracia Ortuño
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