Cruzó los mares para verla, pero cuando llegó, ya tenía a otro. Esto le pasaba por su fobia a los aviones. Dos meses fue demasiado. Entonces huyó de ella, desesperado, y se quedó en aquél país, trabajando sus fobias, imaginando que se bebía el océano para regresar
Fernando Gracia Ortuño
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