martes, 24 de julio de 2012

Lobo

En el fondo prefería cuando se transformaba en lobuno. Los saltos eran espectaculares, de bloque a bloque de la ciudad. La fuerza, descomunal. El hambre, la sed, el deseo..., todo se multiplicaba por mil, y aunque odiaba los rayos de sol, la noche era una sinfonía de aullidos.




Fernando Gracia Ortuño


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