domingo, 24 de junio de 2012

Empatía mortal

Los pequeños detalles se fueron sumando y creciendo en la masa informe, que haciendo blu blu se iba formando y ensalzaba, con su desarrollo exponencial irreversible, un acervo viscoso con textura de engrudo horripilante. Cuando la cosa asumió dimensiones humanas, el Alquimista abrió los ojos como platos, y se asustó tanto, que del orgullo de lo que habría creado, sólo le quedaba un rescoldo molesto de pavor en la memoria. Fue en el instante en que descubrió que le quedaban segundos para librarse de aquéllas manos, que simultaneamente le agarrotaban el cuello hasta asfixiarlo, cuando descubrió en la mirada de aquella monstruosa criatura una sonrisa de extraño e irracional regocijo. Tan ancestral y atávica era esa sonrisa odiosa, como horripilante. Pensó ironicamente tantas cosas. La última que se le ocurrió le hizo sonreír, también, en extraña analogía empática, junto con la criatura tan espantosa que él mismo había creado, para más inri.

Fernando Gracia Ortuño
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2 comentarios:

  1. Esto me recuerda aquéllo de "ten cuidado con lo que deseas porque puede hacerse realidad...".

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    1. Efectivamente, Rafael. Pero el caso es que resulta que hoy en día no está tan lejos el sueño alquimista de crear vida. Con la ingeniería genética y los clonajes, y la eugenesia a la vuelta de cualquier esquina... miedo me da

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