miércoles, 6 de junio de 2012

Culturalidad

Cada día amanecía en un país diferente, por su trabajo. Como no sabía todas las leyes, no se imaginaba si por hacer algo lo podrían fusilar en cualquier momento. Vagó por la ciudad. Se le ocurrió entrar en un salón, tomar un caramelito de anís. Fue su perdición

Fernando Gracia Ortuño
Copyright

2 comentarios:

  1. Lo que se sale de las costumbres establecidas y de la modorra social no suele ser cómodo, ¿no es cierto?

    ResponderEliminar
  2. Efectivamente, totalmente de acuerdo contigo, Rafael

    ResponderEliminar