El apabullante gorila, encaramado en lo alto del Empire State, arqueó su cuerpo, lanzando a la noche un gruñido aterrador. Los francotiradores aéreos apuntaban sus armas, zumbando como moscas en derredor suyo.
-¡Disparen por encima de la cintura, por Dios! Ese monstruo tiene a la chica montada a horcajadas sobre... ¡Menudo hijo de la...!
Fernando Gracia Ortuño
Coyright
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