jueves, 1 de marzo de 2012

Antaño

Por fin podía descansar en paz, a cuatro metros bajo el suelo. Arriba oía los altercados, las fogatas y las convulsiones típicas de la revolución. Las larvas le cosquilleaban el cuerpo graciosamente, mientras el estruendo se volvía espantoso, en el otrora país de las corridas.

Fernando Gracia Ortuño
OcioZero



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