domingo, 26 de febrero de 2012

Beber en el trabajo

Encendido por el orujo del desayuno, las habituales regañinas por llegar tarde no le sentaron nada bien... Comenzó primero a gritar, insultando, luego a amenazar... Finalmente la jornada laboral del zángano concluyó en los calabozos de los mossos con la cara hecha un cisco.

Fernando Gracia Ortuño

OcioZero

No hay comentarios:

Publicar un comentario