Todo estaba transcurriendo según lo habitual hasta
el momento, siguiendo el patrón de un almuerzo más después de la jornada de
explotación de recursos. Los robots de la Difama Corporation se alinearon en
filas concéntricas a nuestro alrededor, rodeándonos en pocos segundos para que
no pudiéramos escapar. Su voces eran metálicas pero suaves, cual mugidos de
circuitos electromagnéticos que fluyeran por debajo de la conciencia, apenas
perceptibles en realidad, pero sumamente efectivas. Habían estado escuchando
nuestras conversaciones en el refectorio oficial de la multinacional de la EU, y
no querían dejar escapar la oportunidad de aprovecharlas. Chimbo, el más activo
de los Replicantes Especuladores Ocultos, tratando de disimular su estrategia,
hizo un quiebro con el fin de driblar a uno de los robots y salir por patas en
busca de ayuda, pero no surtió efecto: en décimas de segundo estuvo inmovilizado,
berreando desde el suelo toda clase de sinsentidos. Enseguida, mientras los
demás contemplábamos la escena, llegó la autoridad, y Chimbo, muy nervioso e hiperactivo,
empezó entonces a ponernos a parir a todos los que habíamos estado allí
comiendo con él, compartiendo chascarrillos y bromas, como si ya no nos reconociera.
Su transformación para salvar el pellejo fue impresionante, inenarrable o inaudita. Empezó a sacar los trapos sucios de todos y cada uno de los allí presentes, excepto los robots, y la Suprema Autoridad que acababa de llegar, claro, para reconvenirlo y ponerlo en su sitio, puesto que últimamente no estaba realizando bien su trabajo, se metía con los demás sin motivo aparente, y, para salvar su culo calumniador, había estado hablando mal incluso de la Suprema. El cabecilla de los robots de la Difama Corporation le soltó un golpe de porra y Chimbo volvió a caer, maldiciéndonos a nosotros en lugar de criticar el Sistema de Recortes implantados por el Gobierno Federal Ultranacionalista Europeo, también llamado Germano Unificante, o del Imperio de la Setecientos Cincuenta Años.
Su transformación para salvar el pellejo fue impresionante, inenarrable o inaudita. Empezó a sacar los trapos sucios de todos y cada uno de los allí presentes, excepto los robots, y la Suprema Autoridad que acababa de llegar, claro, para reconvenirlo y ponerlo en su sitio, puesto que últimamente no estaba realizando bien su trabajo, se metía con los demás sin motivo aparente, y, para salvar su culo calumniador, había estado hablando mal incluso de la Suprema. El cabecilla de los robots de la Difama Corporation le soltó un golpe de porra y Chimbo volvió a caer, maldiciéndonos a nosotros en lugar de criticar el Sistema de Recortes implantados por el Gobierno Federal Ultranacionalista Europeo, también llamado Germano Unificante, o del Imperio de la Setecientos Cincuenta Años.
Cuando estuvo de nuevo sujeto Chimbo, en su frenesí
acusador del mundo, un espasmódico y paranoico berrear continuo y sumamente amedrentado,
se le acercó la Autoridad. A nosotros el pelotón de máquinas ciborg nos
vigilaban por sus cámaras oteantes por si realizábamos algún movimiento
extraño.
No podía dar crédito a mis oídos. Unos minutos antes
Chimbo los había estado maldiciendo, organizaría manifestaciones, actos de
protesta, asambleas informativas, boicots al sistema de funcionamiento, eran
escoria, lo peor, merecían la pena capital, y él mismo los ultrajaría en la
picota una vez alcanzado los primeros objetivos de la sedición que pensaba
organizar con la colaboración de todos nosotros, los explotados esclavos
orgánicos de la compañía. Ahora en cambio, cuando se veía controlado, le había
dado la vuelta a la tortilla y nos acusaba y calumniaba uno por uno en su
detallado análisis capcioso paranoico. Era como si todo lo que hubiera estado
planeando con nosotros en aquella mesa unos minutos antes, ahora lo estuviera
utilizando en nuestra contra, todo y que él era el único responsable y organizador
de la supuesta revuelta.
La autoridad lo hizo callar en un momento dado. Era
de las pocas que quedaban de carne y hueso, una de las que controlaban a los
ciborg desde un complejo sistema de programación organizado en la nave
intergaláctica Mercacomun lustros atrás, vía satélite interestelar. Sólo le
dijo unas cuantas palabras para acallarlo de una vez en su desaforada estampida
de gritos, insultos, acusaciones falsas y calumnias a mansalva, pero Chimbo
parecía no escucharla, estaba demasiado fuera de sí, atenazado por el pánico a
su futuro inmediato, todo lo que lo atenazaba hasta tal punto que no se daba
cuenta siquiera de sus actos más inmediatos, era él mismo, pero no se daba
cuenta.
-Repita aquí todo lo que hemos grabado contra sus
compañeros y contra el Sistema de Explotación de los Recursos. Pero Chimbo, el Replicante que nos había estado
poniendo a mal con todo el sistema organizativo, como le llamábamos todos,
juguete de sus propias emociones, humanas, demasiado humanas y volátiles, se
había quedado sin habla. Antes tan agitado y movido, por primera vez el Sistema
de Explotación tenía pruebas fehacientes contra él. Ahora se estaba muy calladito
allí en el suelo, como en extraño trance autocompasivo, pero en breve se lo
llevarían a las dependencias para los reajustes precisos de sus circuitos electrónicos mentales en el Reformatorio de
Rehabilitación de Androides Desestabilizados y Peligrosos del Sistema de
Explotación Mancomunitario Intergaláctico Planeta Azul.
Fernando Gracia Ortuño
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