Se imaginó un ejército de franquitos haciendo lo que se le antojaba,
levantando la mano, gritando su nombre, bajo el pretexto del orden y la
unificación. Un país, una lengua, como en los viejos tiempos de la
Reconquista. A los sospechosos les llamarían "rojos", "moros" o
simplemente "polacos.
Fernando Gracia Ortuño
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