Hace tantos
años de todo aquello. Ahora sé que en cualquier momento me puede volver a dar
aquél mareo inicial de mi enfermedad. Aunque no sea del corazón propiamente,
este colesterol tiene también sus colapsos mentales en forma de ictus que sé
que en cualquier momento también me puede dar. Pero lo peor son las
enfermedades respiratorias. Por eso no salgo de casa y he perdido el trabajo. A
lo mejor es una tontería, pero más vale prevenir que curar.
Estoy en
estos precisos momentos tratando de levantarme del lavabo, me está dando otro
ataque, lo sé, puedo predecir los síntomas. No sé si es un ictus o un ataque al
corazón, pero estoy siendo paralizado por un colapso producido en los vasos
sanguíneos y moriré en breve, sin acabar de recitar mi poema favorito de
Bukowsky. Pero me han dicho que es un buen truco, recitar, recitar, hasta el
fin, es la única manera de pararlo, por dios: “La carne cubre el hueso y dentro
le ponen un cerebro, y a veces un
alma”. No puedo seguir recitándolo. Me quisiera levantar, pero voy a morir
ahora, lo sé, poner música dance, una discoteca, eso quisiera antes de…, y por
favor, que no venga mi novia y me encuentre en el lavabo así…, me subiré los
pantalones, tengo que hacerlo tengo que conseguirlo, por dios, es lo único que
le pido a esta muerte que se acerca, antes de sea… pero ya oigo el timbre, no,
es ella: ¡nooo! A pesar de todo, sigo vivo, ahora encima se está cachondeando
de mí, ya se me ha pasado, y ella sigue allí en el sofá, hojeando su revista “Hola”
del año 82, justo cuando el mundial. ¡Qué casualidad!
Fernando Gracia Ortuño
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Me ha gustado mucho, Fernando. A veces un relato corto expresa mucho más que una novela. Un saludo.
ResponderEliminarHola, Rafael. A veces un relatito escrito en un momento da más que pensar, son las ventajas del relato con respecto a la novela.
ResponderEliminarUn saludo