Como había estado tanto tiempo sin pulsaciones, le preguntaron qué había visto y sentido..., cómo era la concesión aquélla del más allá. Pero a él se le antojó que no hablaría, al ser imposible, en aquél ambiente, describir tanta pureza, pues no la podrían siquiera concebir.
Fernando Gracia Ortuño
OcioZero
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